NO DEBERÍA
PODER VER ESTO
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”Vuestra carne humana.” Un individuo de aspecto
licántropo y cara enmascarada saltó del edificio
adyacente — acercándose lenta pero inexorablemente.
”¡Ven a por ella!” El hombre provocó al lobo con su
expresión corporal.
”¡¿A ti qué te pasa?!” Ella susurró, el pánico crecía con
cada respiro.
”Te estoy dando la oportunidad de vivir.” Él empujó a
Luna — intentó empujarla. El fracaso originaba en el
prominente físico de ella. Semejante cuadro debió
despertar gran interés en la aberración, ya que se
tomaba con calma su aproximación.
”Ofrece otra cosa.” Luna propuso, encontrando
razonamiento entre pensamientos calamitosos y
músculos temblorosos.
”No.” El lobo, con su característico oído fino, oyó los
murmullos y se negó: negocio finalizado.
”Pues hala.” El aliado cargó contra la bestia. En esta
ocasión, las piernas de Luna tomaron la decisión,
corriendo al coche sin duda ni pausa. ”¡Huye!” Llaves en
el contacto. Podrían huir en cuanto él subiese, solo tenía
que salir inmediatamente. Luna ni se molestó en mirar el
entorno para comprobar si venían en manada —
enfocada en él, nada más. ”¡Vete!” Los segundos pasaron
con pereza, rechazando convertirse en un minuto. Sus
ojos clavados en el volante, sin ver. Golpes y gruñidos de
dolor llenaron el cementerio de un pasado alboroto
metropolitano. ”¡SAL DE AQUÍ!” Eran gritos urgentes
ahora; el viento arrastraba el mensaje a lo largo y ancho
del barrio en ruinas. Pero ella no podía. No sin él. Su
mano izquierda preparada para empezar a conducir, la
derecha sujetando la llave. ”¡LUNA!” Ese tono de voz
activó una alarma.