NO DEBERÍA

PODER VER ESTO

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”¡Y yo qué dije hace dos minutos!” Ella tenía que
agarrarse a cualquier cosa que se dejase, no solamente
para no perder el equilibrio sino para obtener algo del
necesitado apoyo emocional. No podía empezar a
procesar dónde estaba ni cuántos escenarios
impredecibles esperaban suceder.

 

El coche retaba a una carrera al mismo elemento que
imponía resistencia en contra de sus avances, volando
hacia las ruinas de la ciudad donde los edificios
mostraban cuán altos podían erguirse. La densa niebla
redujo la visibilidad a un par de metros, además del olor
a mar intensificándose en una carretera recta.
Bajó la velocidad una vez en área urbana: para evitar
atención no deseada, o para que Luna disfrutara de la
claustrofobia producida por la falta de luz solar. Ninguna
palabra más fue enunciada. Mejor, pues la mujer estaba
ocupada tratando de encontrar el peligro que ella sabía
yacía en las sombras o en las plantas. ¡O en los
escombros! Cuantiosos cobijos del mal.

 

Agentes postradas, atentas a esa ventana de
oportunidad para aparecer: sabían de antemano sobre el
periplo. Era una trampa. Traicionaron a este inútil
soberbio. No... Formaba parte de una estrategia muy
compleja para exponer el pasado de Luna. Debía haberlo
visto venir, tan obvio. No caería tan fácilmente. Haber
expresado desacuerdo desde el principio podría salvarla.

 

”¡Ya llegamos!” La voz del compañero puso punto final
a la historia que se estaba contando. Había parado
delante del edificio más tétrico posible en toda la ciudad.
Los escombros ocupaban las anchas calles y las
estructuras luchaban por sobrevivir un día más, pero
este cuadrado lugar permaneció intacto; hasta parecía
artificial, pues las plantas preferían mantenerse alejadas.