NO DEBERÍA

PODER VER ESTO

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Bajo la luz de la vela, subió al segundo piso. La
habitación de su compañero. Llena de tecnología que ella
descartó, aún así vacía de una manera dolorosamente
irónica. Todas las esquinas con chatarra, podría
confundirse con un cuchitril abandonado de la casa.
¿Dónde estaban las pertenencias de él? ¿Qué hacía en su tiempo libre? Cerrando las manos en puños, se dirigió a su cuarto.
Al sentarse en la cama, combatió las peores teorías
una a una. Ella blandía la espada del beneficio de la
duda, diciendo que era pronto para asumir lo peor.
Primer enemigo abatido. Puede que saliese vivo, ella
rebatió. Su próximo enemigo cambió de idea: Sí, hay
posibilidades ya que el lobo fue a por ella. Este
pensamiento la calmó temporalmente. Justo antes de
dormir la daban sobresaltos, pero logró descansar unas
pocas horas.

 

El sol salió demasiado pronto, con esa orquesta de
aves celebrando una mañana para la que ella no estaba
aún preparada. Una mañana que, técnicamente, era
igual que las otras: su granja realizaba la fotosíntesis y la
casa yacía en silencio. Como siempre.
Y ahí estaba la parte trasera del coche al otro lado de la
ventana de su habitación. Símbolo de que nada era como
siempre; que su ordinaria vida estaba en peligro.

 

Las autoridades de Hometown deberían ser alertadas,
pero... ¿Cómo explicar el motivo de su viaje en primer
lugar? El gobierno abriría una investigación y metería al
hombre en prisión. Ya no sería cazador jamás. No
necesitaba problemas adicionales. Había una figura de
autoridad en la que podía confiar, sí. Marnie. Y los
nervios eran un lujo que nadie podía permitirse con una
vida en juego.